La cruz de este Real Zaragoza es demasiado pesada y Rubén Sellés, en su estreno, ya ha podido comprobar cuál es su alcance real. Un gol de Otero en un córner decidió el partido después de una buena primera parte zaragocista, con una carta de presentación esperanzadora del nuevo entrenador, pero después, con diez por la roja de Dubasin, el equipo blanquillo mostró un nuevo ejercicio de impotencia, una desesperante falta de creación y de fútbol que imposibilitó ni siquiera empatar para recuperar al menos un ápice de lo mucho que ha perdido en este inicio de Liga que lo tiene anclado de colista.
Quizá la cara a esta agonía es que el Zaragoza mostró un camino hasta el descanso, algo a lo que agarrarse, pero todo lo oscurece la impotencia posterior y la agónica situación de un equipo que es último y que se hunde sin remisión, con un calendario que viene que da miedo. Al Zaragoza, porque así se diseñó en verano, no tiene fútbol y último pase y cualquier rival que se cierra le nubla el camino a su portería por la desesperante falta de calidad y su propia limitación. Seis puntos de 33 es una invitación a un milagro en 31 jornadas que restan y con las debilidades que tiene este equipo, que por si fuera poco perdió a Tachi y Radovanovic por lesión (la calidad física de la plantilla…).
Hasta seis novedades en el once dispuso Sellés, con un 4-2-3-1 camaleónico, con Cuenca y Valery jugando mucho en zonas interiores y con Guti muy cerca de Soberón y con Tachi en el medio junto a Francho, propiciando también a primera titularidad de Aguirregabiria, como la del mencionado Valery, y el esperable retorno de Adrián bajo palos. Tanta variación le sentó bien al Zaragoza, que desde el principio se alejó del equipo mortecino y sin alma que mostraban su posición de colista y la poca intención de su fútbol en este inicio de Liga.
Y el Zaragoza, queda dicho, arrancó bien, con un buen trabajo en la presión, combinando con cierta soltura (parece que se puede jugar al fútbol, sí) con Francho intenso y participativo y con Marcos Cuenca incisivo y que provocó el primer robo para que su centro lo tocara Yáñez y le quitara el balón a Soberón mientras Guille Rosas impidió el remate de Valery.
El Zaragoza era mejor, bien ubicado y con otra ocasión de Francho donde le pudo la velocidad de Guille Rosas y un posterior remate desviado de Guti. Bien ubicado, junto en defensa, con buen trabajo entre líneas y con agresividad en la presión el Zaragoza merecía ganar, pero el que golpeó fue el Sporting en uno de los córners que hacen sentirse orgullosos a los entrenadores. Gelabert sacó, sus compañeros hicieron la pantalla y Otero, sin que Guti llegara a tiempo, remató de cabeza solo a las mallas en el minuto 24.
El gol sentó mal al Zaragoza, porque Dubasin y Gaspar pudieron ampliar la renta, pero el equipo de Sellés se rehízo en el tramo final, donde Radovanovic se marchó lesionado y Saidu ocupó el lugar de Tachi en el medio. Soberón no llegó por poco en un cabezazo de Tachi en un córner y un centro-chut de Francho tras gran jugada entre Aguirregabiria y el capitán se la quitó Yáñez a Soberón cuando el gol ya se cantaba.
En un final eterno del primer acto, con lesión de Otero y con una roja tan merecida como ajustada a Dubasin por un codazo a Pomares que vio el VAR y no el colegiado y un gol anulado por falta de Soberón a Guille Rosas discutible acabó un primer acto donde el Zaragoza no merecía perder.
Fútbol equivocado
Borja quitó a Gelabert (otro de los claves del Sporting con Otero y Dubasin, un panorama en teoría difícil de mejorar para el Zaragoza) al descanso y apostó por jugar con tres centrales, metiendo a Diego en el eje, y con el gigante Coundoul como única referencia. El Zaragoza tuvo todo el balón y el problema era lo que hacer con él. Un disparo de Saidu, una buena acción de Cuenca con taconazo que se fue fuera por poco… Y pare usted casi de contar. El Sporting ejerció una numantina defensa de su área, con Perrin como capo absoluto y el Zaragoza, donde Tachi se lesionó, Pomares pasó al eje y Valery al lateral zurdo antes de que Sellés apostara por buscar más llegadas al área con Dani Gómez, Moyano y Pau.
Sin embargo, el Zaragoza se fue equivocando cada vez más. Ni un desborde por banda aprovechando la superioridad, ni un pase con intención, juego horizontal y envíos a ninguna parte, donde Guti destacó sobremanera, y sin una jugada de estrategia que pudiera llevarse a la boca con algo de peligro. El Sporting llevó el partido por donde le interesaba, provocando faltas en los que los zaragocistas caían y así resistió, también tras la salida de Kodro con un claro 4-4-2 zaragocista. No hubo manera, la impotencia fue absoluta de este Zaragoza sin gol y sin fútbol, que es colista porque lo merece y en el que Sellés tendrá que mejorar mucho la faz de este equipo para al menos tratar de llegar vivos a enero y que su cruz pese algo menos.
