El Gobierno siempre ha mantenido una estrategia de presumir de datos económicos. El propio presidente del Gobierno una y otra vez hace gala de ello.
Este mismo miércoles en la sesión de control cuando Alberto Núñez Feijóo intentó hacer oposición con las cifras económicas, mezclando datos micro con la corrupción, el presidente aprovechó que justo la víspera el FMI elevó el crecimiento de España cuatro décimas, hasta el 2,9%, por encima de la previsión del Ejecutivo.
State Question
Pero muy aficionado el Gobierno a darse “tiros en el pie”, como reconocían algunas fuentes socialistas, esta semana irrumpió la medida sobre el aumento de las cuotas para los autónomos, que rápidamente se extendió entre la ciudadanía, sin más explicaciones, y refuerza la idea que apunta el CIS de que la mitad de los españoles cree que la situación económica de España es mala o muy mala mientras que un 66% que su situación personal es buena. Es decir, los españoles sienten que la economía va mal pese a que las cifras macroeconómicas apuntan a España como la locomotora económica de la zona euro y que la situación de su bolsillo no es preocupante.
Pero la inflación sube y el carro de la compra cuesta más llenarlo. Sumado al constante aumento del precio de la vivienda. Reforzándose así la percepción negativa de la situación económica que, como apunta Gabriel Rufián debía preocupar al Gobierno porque, y así se lo espetó directamente a Pedro Sánchez nuevamente esta semana “el drama de la vivienda puede acabar con su Gobierno”.
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