Felipe VI convirtió este martes la apertura del X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en un mensaje político sobre el papel del español como fuerza de cohesión en un mundo tensionado. En Arequipa, la ciudad natal de Mario Vargas Llosa, el Monarca definió la lengua española como una voz de “concordia” frente a la “rivalidad” y la “desconexión” que, dijo, dominan el debate internacional.
El Rey defendió la idea de una comunidad panhispánica viva y diversa, capaz de proyectar una voz común sobre un “panorama global ciertamente incierto”. En un discurso que combinó referencias literarias con una lectura geopolítica del idioma, Felipe VI situó el español como vínculo entre más de 600 millones de hablantes y como elemento esencial para la cooperación en el espacio iberoamericano. “Nuestra lengua ha de servir para buscar la paz y procurar el consenso”, afirmó, reivindicando su dimensión diplomática y cultural.
El Monarca llegó el martes por la tarde a Perú (siete horas más en la España peninsular) para asistir a la ceremonia inaugural del CILE, que este año celebra su décima edición bajo el lema Lengua española, mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro y culturas digitales e inteligencia artificial. En un acto organizado por el Instituto Cervantes, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, Felipe VI subrayó que el idioma compartido es “la casa familiar” de los hispanohablantes, una metáfora de fraternidad cultural que contrapuso a las lógicas de confrontación que atraviesan la política internacional.
La revolución tecnológica
El jefe del Estado dedicó buena parte de su intervención a la revolución tecnológica. Advirtió de los riesgos y desafíos que plantea la inteligencia artificial (IA), pero también de su potencial para reforzar la presencia del español en el ámbito digital. “Sigamos trabajando juntos para que la IA se nutra del español; y de fuentes que ayuden a preservar la calidad, la corrección y la unidad —dentro de la diversidad— de la lengua”, señaló.
En su discurso, recordó iniciativas impulsadas por las instituciones culturales españolas y americanas, como el Decálogo ético para una cultura digital panhispánica o la estrategia conjunta en materia de inteligencia artificial en español y portugués dentro del marco iberoamericano. “No es el mundo que vivirán nuestros hijos; es ya el nuestro”, dijo, apelando a la urgencia de actuar desde el presente para garantizar el futuro del idioma en la era tecnológica.
Felipe VI insistió también en la necesidad de promover el lenguaje claro y accesible en la comunicación pública, convencido de que la opacidad en el discurso institucional alimenta la desafección ciudadana. “La esfera de lo público incluye a todos los ciudadanos, y eso empieza por el lenguaje”, afirmó, elogiando el trabajo de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible, que acaba de celebrar en Lima su segunda convención.
El Monarca recordó a escritores como Azorín, Machado o García Márquez para subrayar la capacidad de la lengua de conectar generaciones y geografías. Recordó su visita anterior en 2008 con la reina Letizia a Arequipa, ciudad natal de Mario Vargas Llosa. “Nuestra lengua es para nosotros lo que fue Arequipa para Vargas Llosa: la casa familiar, un espacio fértil en comunicación, ciencia y creación literaria”, señaló. El jefe del Estado visitó la Casa Museo del premio Nobel nada más aterrizar en el país, el martes a última hora.
El discurso se cerró con una cita del propio Vargas Llosa —“la vida es maravillosa porque tiene un fin”—, que Felipe VI reinterpretó como una invitación a orientar las acciones hacia un propósito común. “Que sigamos haciendo de nuestra lengua un instrumento de entendimiento y de futuro”, concluyó, en un tono más político que académico, consciente del valor simbólico de su mensaje en un tiempo marcado por la fragmentación.
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