Ha pasado una semana de una sacudida con epicentro en El Requexón que hizo temblar los cimientos de la temporada. También los suyos. A Veljko Paunovic (Strumica, Macedonia del Norte, 1977) cuentan sus cercanos que le ha costado asimilar todo lo sucedido. Porque Oviedo no era una parada más en su etapa como entrenador. La siente su casa. El serbio atiende a LA NUEVA ESPAÑA una vez asimilado todo y escuchadas las razones de su despido. Y lo hace con una idea que repite en varias ocasiones: “Gracias por haberme permitido vivir este sueño”.
¿Cómo lo lleva?
Estoy como tienes que sentirte ante las cosas imprevistas. Eres profesional, sabes que pasan estas cosas, pero fue todo tan abrupto… Lo pasas peor cuando es así. El mal trago persiste, pero se imponen los recuerdos buenos.
¿Qué sensación le queda de su despido?
Aunque la explicación no ha sido clara y hay algunas contradicciones, creo que, sin entrar en detalles, a lo mejor mi carácter no les encajaba. Eso es lo que yo entiendo. Porque a nivel profesional, el trabajo hecho ha sido adecuado. Quiero quedarme con lo bueno de esta experiencia, que nunca se me olvidará.
Lo único que no entiendo es por qué hay que decir cosas que crean división o un conflicto, como si yo hubiera hecho algo malo. Por favor, no insinuemos cosas raras…
¿Le duele la salida?
Es fútbol, es la naturaleza de este trabajo, llevo mucho tiempo en él, tengo un nombre. Lo único que no entiendo es por qué hay que decir cosas que crean división o un conflicto, como si yo hubiera hecho algo malo. Yo no pedí explicaciones cuando me despidieron. Les di la mano, me di media vuelta y me fui. Pero, por favor, no insinuemos cosas raras…
Vayamos al día del despido. ¿No se lo esperaba?
Para nada. Fíjate que yo iba al entrenamiento con unas ideas que repasar con la gente, en especial con una jugada de Colombatto que había soñado.
¿Que había soñado?
Sí, me pasa mucho. Sueño muchas veces con fútbol. Me desperté con alguna idea para hablar con Colombatto y alguno más, para una jugada específica, algo técnico. Pero al llegar me llaman para ir a la oficina.
¿Qué se encuentra?
A Martín (Peláez), Agustín (Lleida) y una tercera persona que no había visto nunca. Me dan la carta de despido y me dan una explicación muy vaga, como que habían tomado la decisión por querer cambiar la forma de trabajar, sin causas concretas. Tampoco las pedí.
¿Y después?
Se lo comuniqué a mi cuerpo técnico y después llamé a Santi (Cazorla), lo vi afectado, decepcionado. Le agradecí todo y le dije que contaré con orgullo que trabajé con una leyenda.
En mi despedida, a los jugadores les insistí en que la exigencia es una forma esencial para trabajar y que no podía pedir perdón por haber sido exigente
Y a continuación el resto de jugadores.
No tenía un discurso preparado, así que les hablé de corazón. Que había disfrutado cada día buscando cómo podíamos mejorar. Que con nuestros valores, habíamos logrado cosas inolvidables. También insistí en que la exigencia es una forma esencial para trabajar y que no podía pedir perdón por haber sido exigente. Si lo había sido es porque es lo que se necesita al máximo nivel.
¿Recibió muchos mensajes de apoyo?
Muchísimos, y muy emotivos. Hay un mensaje de Hassan que me emocionó. Que te diga que se siente mejor jugador gracias a ti es la esencia de mi trabajo. Eso es único. Esa conexión es la que buscas con el futbolista. Siempre respetando la distancia entre entrenador y jugador, pero de forma directa y personal.
¿Habló con Jesús Martínez?
Esperé que me dijera algo, no llegó, así que le escribí yo para agradecerle la oportunidad. Y él me contestó con un mensaje de voz.
¿A usted le dijo que Europa era el objetivo?
Mira, a mí esas palabras me parecen muy bien. Son ambiciosas, yo también lo soy. Te digo más: desde el primer día de pretemporada a mis jugadores internamente les repetía que nuestro objetivo era ser la sorpresa de la Liga. Y que lo íbamos a conseguir. Pero la fórmula era trabajar, exigencia y mejorar día a día. Además, tenía mucha ilusión puesta en la Copa del Rey. Hay que tener cautela, pero me gusta la exigencia de puertas hacia dentro.
¿Le faltaba un 9?
Cuando había un hueco fuimos a por un delantero. Luego, ya no.
“La primera vez que se habla de Jovic es porque me lo comenta Jesús, ya que se lo habían ofrecido, pero dije que primero quería hablar con él para ver si estaba motivado
Ese era Luka Jovic.
Quiero aclarar una cosa. La primera vez que se habla de Jovic es porque me lo comenta don Jesús (Martínez), ya que se lo habían ofrecido. A don Jesús le veía favorable, estaban Viñas y Rondón pero no aún Forés, pero dije que primero quería hablar con Jovic para ver si estaba motivado. Luego no se pudo fichar y no pasa nada. Yo puedo pedir, es mi trabajo, tengo que hacerlo. Y lo hago en consenso con el dueño y la dirección deportiva. No obligué a nadie a traer un jugador. Yo no negociaba, yo convencía.
¿Veía a los jugadores involucrados?
Totalmente.
¿Y en el club?
No percibí nunca ningún problema. Si veía algo mejorable, lo decía. Y lo decía por el bien de todos. Por una ética de trabajo. Y creo que la mayoría lo entendió. Cuando estoy entrenando estoy en trance, muy sensible a que mi mensaje llegue bien. Estoy intenso, porque lo vivo así. Luego, al acabar, es diferente. Mira un ejemplo, me gusta entrenar el día antes de un partido en el estadio. Al acabar el entrenamiento, iba a la oficina a saludar a todo el mundo y desearnos suerte. Y a los que no encontraba en la oficina les dejaba una nota de agradecimiento.
¿Sufrió un desgaste extra en labores que no son de entrenador?
Es que lo entiendo como parte de mi trabajo. Tengo que buscar la mejora. En todo. Por ejemplo, a los jardineros les reuní en mi despacho y les resalté que, después de los jugadores, eran los más importantes del club. Que tenían que ayudarnos. Y sus mensajes tras mi salida son de los más emotivos.
¿Debe mejorar mucho el club?
No quiero meterme en detalles. Todos podemos mejorar. El club tiene mucha gente buena y válida.
¿Alguien en especial del que le duela separarse?
De Diego (Cervero) y de todo el departamento médico: gente trabajadora, comprometida y muy divertida. Diego es un líder, representa todo lo bueno de este club y se ha convertido en un hermano para mí. Ha habido mucha más gente que me deja un gran recuerdo, como comunicación también.
Salvando las distancias, el ascenso fue casi como el día que nace un hijo en cuanto a la alegría
El celebrado ascenso a Primera
Vayamos al 21 de junio.
Uf… Uno de los días más felices de mi vida. Toda esa felicidad que se desborda, todas las lágrimas, la fiesta… Salvando las distancias, casi como el día que nace un hijo.
Desde el primer día creía en el ascenso.
Yo tenía la meta de entrenar en España pero en Primera. Pero cuando me llegó lo del Oviedo, no lo dudé. Reconocí la oportunidad al momento. No iba a Segunda, iba al Oviedo. Don Jesús me intentaba convencer pero no hacía falta. Ya lo estaba desde el principio. Dije “all in”. Porque tenía claro que íbamos a subir.
¿Qué fue clave en el ascenso?
La convicción con la que vinimos. Y el día a día, los jugadores, lo receptivos que fueron. Cuando llegamos al tramo final no había una sola persona que no creyera.
Mucha gente recuerda su rueda de prensa en Anduva: “Lo vamos a conseguir”.
Yo no juego un papel. Soy auténtico, y si lo digo es que lo pienso. Así lo sentía entonces.
¿Y en el partido del 21 junio?
En las horas previas, está todo grabado en mi memoria: la charla, todos abrazados en el hotel, antes de salir, el recibimiento de la gente… Vivimos algo único en nuestras vidas. Era como estar en una película. Y todo salió perfecto. Me acuerdo especialmente de la charla al descanso, era el momento de convencerse. Les dije, “no hay más tiempo. Esto se acaba y hay que ganar, lo que quede dentro, darlo. Esto es la final”. Salió bien.
¿No dudó con el 0-1?
No. Veía clave empatar antes del descanso, eso sí, pero ¿sabes una cosa? Si al descanso nos vamos 0-1 también hubiéramos remontado. Era el día. Nadie dudaba.
La fiesta…
Ni me lo podía imaginar, fue todo increíble. La gente entregada, tantos recuerdos que se agolpan… La gente me daba las gracias y no sabía ni cómo expresar sus emociones. Me pasa a mí también. Me vuelvo a emocionar al pensarlo.
¿Algún mensaje de felicitación esos días que le sorprendiera?
El de Javi Calleja. Yo había hecho un par de referencias a su trabajo, que lo consideraba muy bueno y diciendo que nosotros seguiríamos lo que él había logrado. También le recordé al ascender. Y en la celebración, Diego (Cervero) me enseñó un mensaje suyo agradeciéndome las palabras y diciéndome que era un caballero. Me llegó.
Con ese ascenso es usted historia del Oviedo.
Y le estoy eternamente agradecido al club, a la gente que me trajo, a los jugadores. Y sobre todo, a la afición, que es el mayor patrimonio que tenemos en el Oviedo. A pesar de este final, lo vivido en Oviedo ha sido de película. Y no le guardo rencor a nadie.
¿Y ahora qué hará?
Ver mucho fútbol, estar con la familia, viajar… Lo que más me fastidia es que estoy en un buen momento de entrenador y se me corta la progresión. Tampoco entiendo no poder entrenar en España esta temporada, en Inglaterra sí se puede.
¿Volverá algún día Paunovic al Oviedo?
Al Oviedo nunca le podría cerrar la puerta…El fútbol me llevará adonde me necesite.
Via: The New Spain