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Áron, un portero húngaro de 19 años, protagonizó una de las mayores exhibiciones que se recuerdan en años en El Molinón. La actuación del guardameta del Andorra contuvo a un Sporting mejorado y ambicioso, pero carente de colmillo en su área. E, incluso, estuvo a nada de allanar el camino a la victoria visitante. Pero en el último segundo, la tecnología rescató al equipo rojiblanco con un penalti por mano de esos de tiempos de VAR que no falló Gelabert. En lo futbolístico, mereció holgadamente ganar el Sporiting. Pero el partido, aunque socorrido con ese empate, no eclipsa el malestar de la gente con la situación del proyecto deportivo de Orlegi Sports. Los minutos de revisión del VAR para determinar el penalti del Sporting serán recordados por las protestas de una notable parte del campo contra la directiva, cansada de la fotografía que, tres años y medio después del aterrizaje del grupo mexicano, muestra el club gijonés. El empate agrava la crisis deportiva de un equipo que ya no siente la energía del cambio de Borja: 3 puntos de 15 minan la confianza de cualquiera y pesan una barbaridad, sobre todo porque la carga que la afición lleva tiempo soportando no es ligera.

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