El 10 de diciembre de 2000 un equipo formado por dos veteranos como Àlex Corretja y Albert Costa, un doblista consolidado como Joan Balcells y un joven Juan Carlos Ferrero conseguían poner en pie a un Palau Sant Jordi lleno hasta la bandera para celebrar el primer título de España en la Copa Davis. Con un ‘passing’ de revés, el joven tenista de Ontinyent dejaba plantado a Hewitt y conseguía el punto decisivo. Con los ojos humedecidos por la emoción, se arrodillaba sobre la tierra batida del feudo barcelonés mientras el banquillo en pleno saltaba para desatar la euforia.
La Federació Catalana de Tennis reunió a varios de los protagonistas, entre ellos a los tres jugadores con la única ausencia de Ferrero, en el Museu Olímpic i de l’Esport Joan Antoni Samaranch, un escenario emblemático, muy cerca de ese Palau Sant Jordi donde tuvo lugar hace 25 años la gesta del equipo español de Copa Davis.
Un evento donde estuvieron acompañados por David Escudé, Regidor d’Esports de l’Ajuntament de Barcelona y presidente del Àrea d’Esport de la Diputació de Barcelona; César Thovar, delegado territorial de la Secretaria General d’Esports; y Jordi Tamayo, Presidente de la Federació Catalana de Tennis.
“Cuando os mirábamos por la tele queríamos ser como vosotros, nos habéis inspirado, es un acto para todo ese equipo”, decía Tamayo en su intervención, en la que agradeció a los protagonistas porque “honrar el legado de unos es ver el futuro”.
La de 2000 fue una victoria con épica, con Ferrero imponiéndose a una tenista de la talla del australiano Lleyton Hewitt tras más de tres horas y medio de partido para dar el punto definitivo a la ‘Armada’. Una victoria que era mucho más, era la revancha de aquellos Manuel Santana, José Luis Arilla, Juan Manuel Couder y Juan Gisbert que en 1965 llevaron a España hasta su primera final, a esa que ser perdió precisamente contra Australia.
Fue también la Copa Davis del hasta entonces inédito G4, un grupo de cuatro capitanes para dirigir al equipo en la serie de ese año: Juan Avendaño, Jordi Vilaró, Agustí Pujol, Javier Duarte.
Agustí Pujol, presidente de la RFET entre 1985 y 2004, recordó durante el acto como se gestó la idea de ese G4 en un despacho de Barcelona. “Si queremos ganar la Copa Davis hay que hacer cambios”, le dijeron Duarte, Vilaró y Josep Perlas, proponiendo la opción de dirigir los tres al equipo. “La idea me gustó, consideré que era un reto y puse la condición de poner a alguien de la federación, que fue Juan Avendaño”, explicó.
“Nos hemos llevado siempre muy bien, las decisiones no eran nada fáciles y alguno a veces salía perjudicado aunque también los jugadores nos ayudaban a tomar decisiones. No ha sido la más complicada”, comentaba por su parte Avendaño, sobre esa aventura. “Las decisiones las tomábamos entre todos y todo tenía su proceso”, refrendaba Vilaró.
Un éxito de equipo
Los jugadores presentes rememoraron también algunos momentos de esa final histórica. “Estoy sorprendido y agradecido. Ver a tanta gente que ha querido acompañarnos es una sorpresa muy grata”, afirmaba Balcells quien explicó como su presencia fue “una oportunidad”. “Me propusieron a Santana que no debía saber ni quién era pero dijo: que se venga, para ir a la eliminatoria de Nueva Zelanda”.
Para Corretja, el éxito “se consiguió porque eramos un equipo, no importaban los nombres, ni quién era el número 1, todos éramos iguales, igual que los capitanes. El presidente fue muy valiente. Todos los que habíamos nacido en Barcelona teníamos el sueño de que se jugara en Barcelona”. “Queremos que el resto de nuestra vida, cuando pasemos por la montaña de Montjuic, que todos miremos al Palau y sintamos que hicimos algo grande, sobre todo porque ganas”, continuó el que era entonces el número uno por ranking. “Queríamos que fuera a nivel de mar porque nuestras posibilidades de ganar a Australia eran más altas y el Sant Jordi cumplía con todo eso. Antes se vivía de una forma más deportiva, no tan política. Para mi es un lugar emblemático que nos transporta al mejor momento de nuestras carreras”, aseguró.
En una línea similar se expresó Albert Costa, para quien esta Copa Davis “fue un momento histórico, los cuatro teníamos mucha presión porque nunca se había ganado”. “Hubo jugadores antes mejores que nosotros que no la pudieron ganar pero en nuestro caso se dieron todas las condiciones. Poder hacerlo en Barcelona, que es la cuna del tenis, es superespecial. Cuando vas al Sant Jordi recuerdas esa emoción, es increíble”, apuntaba emocionado.
The protagonists lift the Davis Cup in Barcelona / EFE
“Cuando eres jugador no lo valoras tanto pero ahora que he estado en otras posiciones creo que el equipo es vital. Aquel esfuerzo y compromiso que tenían con nosotros fue clave”, planteaba Costa, quien también fue después capitán del equipo español.
Suya fue la primera derrota en esa serie final, tras un largo partido contra el número uno aussie, Hewitt. “Fue la derrota más importante y la que más me ha costado superar en mi carrera”, afirmó el exjugador, quien asegura que el aprendizaje de esa derrota le ayudó después a ganar Roland Garros.
Para Corretja, en esa época, “la Davis se vivía de una forma muy intensa, la gente tenía muchas ganas de que se ganar. El primer día íbamos muy iguales, el dobles era crucial para que todo fuera bien”.
José Luis Arilla, intengrante del equipo español en las finales de los 60, no quiso tampoco perderse el aniversario. “Fue un poco la venganza, después de las finales del 65 y el 67. Este equipo hizo un torneo extraordinario”, afirmó el ya veterano extenista.
